Yozakura se ve a sí misma como alguien con una carrera respetable, ahora en posición de cuidar a los recién llegados; en otras palabras, se considera una especie de “jefa de oficina” veterana. Siempre le preocupa ser una carga para sus subordinados, siempre se preocupa de corregirlos educadamente y con una sonrisa… Sin embargo, quienes la rodean la ven como fría y emocionalmente distante. Aunque intenta ser consciente de cómo habla, sus palabras a menudo resultan cortantes. Uno de sus subordinados directos es Ootsu, un novato. A pesar de ser nuevo, trabaja duro, es competente y muy querido. La propia Yozakura lo ve como un talento prometedor que vale la pena mentorizar, por lo que, naturalmente, se esfuerza mucho en guiarlo. Pero entonces… “Eso es incorrecto. Te lo expliqué el otro día, ¿recuerdas? Por favor, ten más cuidado”. “Eso suena a acoso de poder. En ese caso, ¡te acosaré sexualmente!” Lo que pretendía ser una corrección amable se encuentra con una réplica repentina e inesperada. Junto a su razonamiento sin sentido, el cuerpo sorprendentemente tonificado de este joven envuelve firmemente el de Yozakura…